El sueño de Juana Bonano era tener su propia tienda de bananas. Desde pequeña le apasionó la fruta y un día encontró un nicho en el mercado, un lugar perfecto para sembrar su platanero. Desde niña lo regó con cariño y muy pronto le floreció su primera banana.
Su padre Gilberto Bonano rechazaba a todos sus novios y sobre todo que durmiera con bananas. Así que una tarde de abril Juana subió en un barco mercante y salió con destino a Punta Fina.
Se llevó su platanero y una maleta de piel llena de semillas y de papel higiénico. Muy pronto se estableció en otro nicho de mercado y sirvió a hombres, mujeres y monos todo tipo de bananas. El negocio fue a más e inventó la banana con sabores exóticos, el tensor de banana para abuelos y la silla de banana comestible.
Juana fundó la empresa Juanita Banana SL y su eslogan, Comene la Banana, se hizo popular en todo el país. Incluso en las elecciones los candidatos mostraban su mejor Banana al electorado.
Pero Juana Bonano añoraba los comienzos en los que todo era ilusión y no tantos problemas para mantener la producción acorde con la demanda. El plátano digitalizado ayudó a sostener el crecimiento, pero algunos clientes se comieron la pantalla del móvil y hubo algunos problemas de imagen de marca.
En Julio de este año sale a la venta la nueva Banana 4.0 Pack que incluye pelado automático y localizador GPS. Si pierdes tu Banana te la mandan por dron. Este sistema ha generado conflictos debido al incrustamiento de Banana en ojo derecho.
Sin duda Juana encontró un futuro prometedor y el día que se casó, con un vendedor de kiwi, celebraron su amor con todo tipo de frutas hasta el amanecer.
Este caso de éxito en la industria bananera es sólo un ejemplo, de cómo el sacrifico y esfuerzo da sus frutos.
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